Amazon parece que va a eliminar, tras muchos años resistiéndose a ello, los patrones oscuros que implementa para dificultar al usuario darse de baja de su servicio Prime. Condicionar el comportamiento está en el ADN de muchas páginas web. Especialmente si éstas se dedican a vender algo. Son los denominados patrones oscuros; pequeñas acciones -en el argot más popular quizás pudiéramos llamarlos trucos- que inspirados en la psicología del consumidor -ese conjunto de sesgos que tiene nuestro cerebro que nos condiciona cómo razonar y tomar decisiones-, nos inducen a invertir tiempo o dinero en determinadas webs. Se trata de diseños de interfaces web cuyo único objetivo es coaccionar al usuario y deliberada y poco honestamente, manipular su decisión de compra.
Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Chicago y Princeton ha analizado 53.000 productos de 11.000 tiendas online. En este conjunto de webs, encontraron un total de 1.818 patrones oscuros. Los investigadores agruparon estas acciones en siete tipos: (1) retraso en la información (cuando un coste, por ejemplo, nos aparece solo al final de un largo proceso de compra); (2) sentido de la urgencia (acotando una oferta en tiempo, por ejemplo); (3) desvío de la atención (empleo de un lenguaje para cambiar la opinión); (4) respaldo social (cuando te dicen que x personas han visto u opinado favorablemente sobre un determinado producto); (5) agotamiento del stock (cuando nos dicen que un producto se va a acabar); (6) forzar acciones (cuando te obligan a suscribirte para algo que se podría comprar sin esa necesidad); (7) dificultad de navegación (webs que son deliberadamente desordenadas, para literalmente perderte en ella).
Se trata de técnicas muy eficientes, pero a la vez, de importantes cuestionamientos éticos. No es por ello éste un mensaje para alentar su empleo. Pero sí al menos, para saber de su existencia. En ocasiones, el consumidor coherente, quiere comprar a empresas que expresen la ética en su día a día.